Una entrevista interesante y polémica sobre la arquitectura y urbanismo de Córdoba.

Entrevista con Rodolfo Imas / Arquitecto : "La UNC es responsable del caos de Nueva Córdoba"

"Nueva Córdoba es un enorme dormitorio. Me duele que Córdoba se haya convertido en una ciudad de paso. Eso se nota por la arquitectura y hasta por la comida: pizza y empanadas".

Lunes 14 de abril de 2008, La Voz del Interior, entrevista realizada por la periodista Rosa Bertino.

Rodolfo Imas es arquitecto, tiene 67 años y hace 26 que reside en los Estados Unidos, más precisamente en la glamorosa Manhattan. Es profesor full time en el New York Institute of Technology, e invitado en otras unidades académicas. A fines de 2007 recibió el Architectural Education Awards Book, máximo galardón de la Association of Collegiate Schools of Achitecture (Acsa). Esa entidad agrupa a las Facultades de Arquitectura estadounidenses y distingue a las personalidades más innovadoras en la enseñanza y ejercicio de la profesión. Imas egresó y ejerció en la Universidad Nacional de Córdoba. Sigue enamorado de Córdoba, a pesar de las “infamias” que, dice, han cometido “contra esta hermosa ciudad”. Vivir afuera le permite recordarla tal cual era.


–¿Qué piensa de la arquitectura actual, tan sujeta a las necesidades de mercado, cuando se trata de una disciplina rayana en el arte?

–¿Cómo rayana? La arquitectura es un arte, y no dejará de serlo aunque tenga que ajustarse a las reglas del mercado. Contestando su pregunta, pienso que anda mal, obviamente. Sobre todo en Argentina y más que todo en Córdoba, con perdón de la expresión. Aclaro que esta vez no he podido recorrer mucho el país. Ya me voy a desquitar: en un par de años me jubilo y me vuelvo. Es evidente que acá la arquitectura no se enseña ni se profesa cabalmente. Lo único que importa es la inversión. Nadie está en contra del dinero, que es el motor de la actividad, pero no puede justificar cualquier cosa. Con la misma plata se podrían hacer cosas buenas. No les echen la culpa a los estudiantes, a las nuevas camadas de arquitectos, a las crisis o a lo que sea, porque los mismos profesores de la Facultad de Arquitectura son responsables de demoliciones, construcciones, “intervenciones”, etcétera.

–Supongo que lo dice por Nueva Córdoba, y por lo que está ocurriendo en barrios aledaños, donde se destruye para construir en altura.

–Efectivamente. La zona próxima a la Ciudad Universitaria es la más afectada. Está irreconocible. La principal responsable de esta situación es la Universidad misma, porque debería haber previsto un campus con mil dormitorios, como todas las universidades que yo conozco. No vaya a poner “del mundo”, porque siempre salta alguno que vio algo distinto en Zambia o Mongolia, y enseguida manda carta al correo de los lectores. Es lógico que el estudiante busque vivir cerca de donde concurre a clases. No me vengan con que la Universidad no tenía espacio para residencias. Hoy la mayoría de los chicos se apiñan en ese enorme dormitorio que es Nueva Córdoba, que desborda sobre otros barrios. Pobre General Paz, la que se le viene. Qué quiere que le diga, me duele que Córdoba se haya convertido en una ciudad de paso. Se nota por la arquitectura, y por la comida: pizzas, empanadas, sandwiches.

Propuesta verde

–¿Hay solución urbanística para tanto cemento?

–Claro que sí. No es justo que nos hayan quitado el poco verdor que teníamos. Los consorcios deberían resarcir el daño ocasionado. Yo propondría que todas las plantas bajas de los edificios de Nueva Córdoba sean un espacio verde. Un jardín, una plazoletita, lo que sea, según el tamaño y la disponibilidad. De esta forma habría un corredor verde, desde el Parque Sarmiento hasta la Cañada.

–No suena muy factible…

–Es perfectamente realizable. El neoyorquino James Wines ha pensado y escrito muchísimo al respecto. En Europa y Norteamérica hay barrios o centros que se comunican por patios y terrazas, manteniendo un estilo. Wines ironizó sobre la costumbre de llamar propiedad horizontal a algo que, a todas luces, es vertical. Pero el ser humano siempre vivirá en casas, aunque estén una encima de la otra.

–El panorama actual, ¿obedece a una falla formativa?

–No sé qué contestar. Somos gente extraña, que sabe hacer las cosas bien, pero fuera de su país. Varias de las mejores escuelas de arquitectura de Estados Unidos han estado o están en manos de argentinos: Mario Galdensonas en (la Universidad de) Princeton; Rodolfo Machado en Harvard; Emilio Ambasz; el tucumano César Pelli …. Ni siquiera son todos porteños. Yo personalmente volví a Córdoba hace cinco años, con un grupo de alumnos norteamericanos y la idea de proyectar una torre para Columbus Circle, en Manhattan. Acá se sumaron ocho estudiantes locales, y tenían la misma base y capacidad que los norteamericanos. La diferencia estriba en que, allá, cualquier modificación que pueda afectar al ambiente, al paisaje o a la infraestructura de un sector, es sometida al referéndum vecinal.

–Acá los códigos edilicios, como casi todas las normas, parecen estar hechos para ser transgredidos.

–La impunidad es total. Que se haya instituido el Día Nacional de la Memoria (por el 24 de Marzo) me parece una incongruencia tragicómica. Primero, porque se circunscribe a lo político. ¿Qué castigo le van a dar, al que destruyó el Palacio Ferreyra; al que arrasó con la escalinata del Museo Caraffa; al que abusó de esas superficies vidriadas, encima pasadas de moda?

Sinceramiento

–Parece que no le gusta cómo quedó el Palacio Ferreyra …

–(Risas) No sé qué me molesta más, si el Palacio o el Caraffa, que está enfrente de mi departamento en la Poeta Lugones. El Palacio fue la obra de un visionario (don Martín Ferreyra), un hombre que creyó tanto en esa barranca, que construyó ahí un palacio donde vivir con su familia. Por eso le puso la Casa Grande. Yo supe recorrerla con Kenneth Frampton, gran arquitecto contemporáneo. Frampton me dijo: “Lo más importante de este lugar es la luz y el espacio interior”. Justo lo que le arrebataron. La comunidad también es responsable de lo que se hace o deja de hacer en su ciudad. La Quinta Avenida de Nueva York tiene cinco palacios, donados o adquiridos por el Estado. La comuna neoyorquina no puede ni tocar la pátina de los picaportes sin pedir permiso. Pero qué les puede importar la historia a los cordobeses actuales, si la mayoría está de paso.

–¿Usted qué propone, tanto en la docencia como en la actividad?

–Primero, sincerar la cuestión. A la Facultad habría que ponerle directamente de Arquitectura Inmobiliaria, dejando la opción de Arquitectura y Diseño. El que quiere aprender o enseñar la carrera tradicional, que lo haga. Y el otro también. Con respecto al ejercicio de la profesión, le aseguro que se pueden hacer muchas cosas sin agredir la historia y el temperamento de una ciudad. Tengo un par de propuestas en Córdoba, y volveré para hacerme cargo de esos proyectos. Y demostraré que no hablo por hablar. ¿Esto sale por escrito? Bueno… me hago cargo.


De ningún modo Rodolfo Imas quiere pasar por renegado. Al contrario. En distintos pasajes de la charla remarcó que los Estados Unidos distan de ser una sociedad ideal. “Los norteamericanos respetan lo suyo, nadie puede afectar al conjunto sin pedir autorización, muchas cosas se someten a la decisión vecinal, etcétera. Pero afuera se comportan como bárbaros. En su casa no toleran que se toque ni la falleba de la ventana de un sitio histórico, pero George W. Bush destruyó Bagdad y nadie le exige cuentas. A lo sumo, dentro de 100 años figurará en los libros como el gran destructor de culturas milenarias. Y quién sabe”. Acaso lo mejor de nuestra idiosincrasia, rescata Imas, es esa capacidad de integración que a veces ponemos en duda. El que regresa a Argentina la sigue disfrutando. “Hace siglos que tengo mi departamento en Poeta Lugones. Como no tengo un apellido típico, alguna vez me han dicho ‘¿usted es judío?… no parece’. Eso es todo. Un comentario de esa índole es impensable en Estados Unidos, donde se cuidan de no discriminar. Pero de palabra. En los hechos, cada cual vive, se relaciona y hace negocios dentro de su círculo. Uno puede ir a comer al Barrio Chino o Little Italy, pero después vuelve al nicho. Puede ser gay, no gay o cruzarse un hueso en la nariz, siempre y cuando se mantenga en su casillero. Acá un ‘turco’ se asocia o trabaja como si nada con un ‘moishe’. Eso es prácticamente impensable en Estados Unidos”.